miércoles, 1 de septiembre de 2010

Tengu Geijutsu Ron


A continuación presentare un tratado llamado Tengu Geijutsu Ron por Niwa (jurozaemon) sacado de la publicación Budô “artes marciales y cultura japonesa” Esta obra fue publicada en 1729 sintetizando las principales ideas de la época. La aplicación de la doctrina del Neoconfucianismo a la experiencia de las artes marciales y la esgrima que hasta entonces habían sido entendidas tradicionalmente desde un contexto del Budismo Zen.
Los textos muestran unos diálogos entre TENGU “seres mitológicos con alas y largas narices a los que se les atribuye el conocimiento de los secretos de la esgrima (ken jutsu)”
Dentro del Heike Monogatari (cuento de Heike) cuenta la historia de Miyamoto Yoshitsune quien durante su exilio en las montañas de Sojogatani en Kurama habría aprendido los misterios de la esgrima practicando con los TENGU.

“Un gran Tengu cuya nariz no era tan larga como la de los otros y cuyas alas eran apenas visibles, se sentó en su silla vestido con ropas ceremoniales y habló de esta manera: “Todo lo que ustedes han discutido hasta ahora no carece de lógica. Desde los tiempos más remotos se ha afirmado que las emociones son sociables; que trabajar en pos de la técnica es una actividad respetable, que se debe ser persistente y no caer en la negligencia, y finalmente, que las enseñanzas del Maestro deben ser tomadas con confianza y ejercitadas de todo corazón de la mañana a la noche”.
Al practicar la técnica se resolverán las confusiones y una vez obtenida la maestría, la esencia del Principio será aprendida.
De esta manera un profundo conocimiento de sí tendrá lugar.
Al comienzo el Maestro enseña la técnica sin gastar una sola palabra sobre su significado; espera, simplemente, que el estudiante lo descubra por sí mismo. Esto se llama “tensar el arco sin disparar”.
No es a causa de ninguna debilidad que el Maestro se abstiene de dar explicaciones; lo hace con el propósito de obligar al alumno a que aprenda prácticamente entregando su Corazón.
Cuando el alumno ha practicado con todo su corazón y ha conseguido resultados por sus propias fuerzas, recién entonces vuelve el Maestro, y este último, si su Corazón se lo dicta, no hace más que confirmar lo que el alumno ya ha experimentado.


No hay instrucción explícita por parte del Maestro. Esto no se aplica solo a las artes, sino al conocimiento en general. Confucio dijo: Si le muestro un ángulo y no descubre los otros tres no se lo repetiré. Los antiguos se cuidaron de enseñar con este método. Las artes y los estudios académicos eran igualmente importantes para ellos.
Entre los hombres de nuestra época, los sentimientos son bajos y la voluntad débil; desde su infancia son inhibidos por el confort y los esfuerzos mal administrados, se educan con una mentalidad ventajosa y están esperando aprovechar la menor oportunidad a su favor. Si fueran instruidos con el método de los antiguos todo sería diferente, pero en la realidad no hay nadie que lo haga de esta manera.
En la actualidad, el Camino es revelado por las enseñanzas del Maestro, que tiene palabras comprensibles aún para el principiante que se inicia en los secretos del arte. El Maestro toma al alumno de la mano y lo tira hacia adelante mostrándole la dirección correcta. No es más que esto. Pero precisamente porque son conducidos de esta manera muchos se aburren y no llegan muy lejos.
Después de un cierto tiempo los practicantes alcanzan un alto grado de comprensión del Principio; pero entonces es cuando comienzan a rechazar a los antiguos por su inadecuación a la actualidad y más aún ¡ se empeñan en alcanzar el cielo sin tener la practica suficiente! Esta es la tendencia que predomina en nuestros días.
Guiar a una persona es como conducir un caballo; la Fuerza Vital que lo induce a permanecer en movimiento con armonía debe ser estimulada y aquella que lo lleva a salirse de su rumbo debe ser suprimida. ¡Todo esto debe lograrse sin emplear la fuerza!.
Si el Corazón está demasiado concentrado en la técnica, la Fuerza Vital se verá trabada y carecerá de armonía y balance. Esta actitud podría ser calificada como buscar el fin olvidando el comienzo.
Pero también es equivocado descartar la práctica y decir que ella no es necesaria. La función de la esgrima y el Budô es la técnica. Si esta función es descartada ¿qué referente podría tener el Principio de su propia esencia?
Practicando la función se despierta la esencia y es en este despertar que radica la función. La esencia y la función tienen un solo origen, no hay disparidad entre la apariencia exterior y la sustancia interior.
El súbito despertar a la comprensión del Principio es posible, pero si la técnica no ha sido dominada, la Fuerza Vital se volverá rígida y la forma carecerá de espontaneidad. La técnica surge del Principio; la no forma domina sobre la forma. De esta manera la técnica es practicada a partir de la Fuerza Vital y la Fuerza Vital es ejercitada desde le corazón. Este es el orden natural de las cosas.
Cuando la madurez técnica a sido obtenida, la Fuerza Vital es balanceada y el espíritu está en calma.
El botero aferra el timón y navega por el estrecho canal como si anduviera por una gran ruta. No necesita hacer ningún esfuerzo para ello. El nadador experimentado se aventura a las grandes aguas; sabe como conducirse para no morir ahogado, su espíritu es firme y le da gran libertad de movimientos. El leñador recorre un estrecho camino en la forestal cargando a su espalda una pesada carga de leña, y así el albañil que trepa por la torre de las ciudades para colocar sus tejas. Todos ellos han dominado sus respectivas técnicas, están libres de dudas y de miedo; sus espíritus son firmes y le dan libertad a sus actos. Lo mismo ocurre en la esgrima y el Budô. Si una persona es madura en su arte, si su Corazón ha penetrado los secretos, si se ha probado ha si mismo en el manejo de la técnica y ya no tiene dudas ni temores, entonces su Fuerza Vital será activa y su espíritu firme; reaccionará ante cualquier situación con libertad y sin inhibiciones.
Pero el conocimiento de todo esto sólo puede surgir del ejercicio y la confianza en la Fuerza Vital. Las palabras solo sirven para explicar algo que debe ser experimentado. Esa natural y espontánea capacidad de reacción, en la retirada sin forma y en el ataque sin aspecto, ese maravilloso desplegarse del carácter insondable al que no se llega solamente por medio del corazón, ni por escucharlo de otros, ni por aprenderlo de los Maestros, sólo puede adquirir naturalmente ganando habilidad técnica por la practica constante.
La participación del Maestro se limita a dirigir al estudiante en la dirección correcta. Esto no es fácil de explicar y por lo tanto raro de encontrar en este mundo.
Otro de los TENGU preguntó: ¿Si esto es así, no se trata de un camino que resultará inaccesible para la gente como yo, a pesar de mi esfuerzo en practicarlo?
El Gran TENGU respondió: ¿ Qué quieres decir con eso de que el camino es inaccesible? Un hombre puede adquirir la estatura de un sabio a través del estudio; mucho mas fácil entonces, es dominar una habilidad artística específica, tal como la esgrima o el Budô.

Las Artes Marciales son básicamente, el ejercicio de la Fuerza Vital. En el comienzo del aprendizaje la Fuerza Vital es ejercitada por medio de las técnicas. No tiene sentido ejercitar la Fuerza Vital separada de la técnica en el principio, porque entonces no habrá ninguna forma de comprobar su desarrollo.
Sólo cuando la disciplina de la Fuerza Vital ha madurado se puede continuar hasta llegar al Corazón. El que este proceso se produzca lenta o rápidamente depende de nuestras cualidades innatas.
El maravilloso despliegue del Corazón es fácil de comprender, sin embargo, es difícil retener la suficiente libertad ante cada situación cambiante por medio de la propia comprensión.
La esgrima y el Budô son un arte de vida o muerte. Es fácil entregar la vida y morir, pero es difícil no percibir a la vida y la muerte como una dualidad. Aquel que no vea la vida y la muerte como una dualidad podrá obtener la liberación fácilmente.
Otro de los Tengu preguntó: “Hay un punto de vista que confronta la vida y la muerte sin diferencia, ni aversión. ¿Pero no hay mayor libertad cuando una persona rechaza las demandas de la Vida?
En la doctrina del Sabio – Confucio – la vida y la muerte no son percibidas como una dualidad; en la vida se cumple el Camino de la Vida y en la Muerte se cumple el Camino de la Muerte. De esta manera la conciencia no se agita en absoluto y se obtiene la tranquilidad del espíritu, así uno es libre en la vida y en la muerte.
En contraste, el Monje Zen no ve más que ilusión y decepción en la vida; nada más que sueño y pretensión en el mundo del hombre; por eso cree que aceptar el Camino de la Vida es aferrarse a la existencia y sofocarse en ella.
Cuando la Muerte llega, no se aferra a la vida; él sabe, simplemente, que el mundo entero es sólo una forma del Corazón.
Al escuchar esto último, otro de los Tengu preguntó: ¿Por qué entonces desde los tiempos más antiguos los esgrimistas se han unido a los Monjes Zen y han estudiado sus más profundos secretos?
El gran Tengu respondió: No es verdad que los Monjes Zen hayan trasmitidos los secretos del arte de la esgrima. Sólo cuando el Corazón está en equilibrio el hombre puede confrontarse con las cosas de la manera mas adecuada. Por otra parte, es verdad que un hombre sufrirá si ama la vida y se aferra a ella.
Si todas las fibras del corazón de una persona están agitadas y excitadas como si estuviera en las Cuevas de los Tres Mundos(1) esto sólo demuestra que su actitud en la vida es errónea. Esas personas de las que tú hablas, han concentrado su voluntad en este arte sin descanso y durante muchos años han ejercitado su Fuerza Vital hasta llegar al dominio de la técnica. Sin embargo, sus Corazones no aceptaron las vicisitudes de la victoria y la derrota. Pasaron años y meses sumidos en el enojo y la indignación y fue entonces que se unieron a un Monje Zen y aprendieron el Principio de la vida y de la muerte.
Cuando escucharon que todas las cosas de este mundo son meras transfiguraciones del Corazón, comprendieron inmediatamente y sus espíritus alcanzaron la tranquilidad. Sólo entonces pudieron liberarse de sus previos objetivos y sentirse libres.
Todo esto sólo fue posible porque se habían preparado durante años ejercitando su Fuerza Vital y probándose a sí mismos en el manejo de la técnica. Nada de esto se consigue de la mañana a la noche.
Lo mismo ocurre con la búsqueda del despertar bajo la vara del Monje Zen; la iluminación no cae del cielo, el que aún no esté maduro en el arte podrá seguir a los bonzos más famosos sin obtener la Iluminación”.
Notas:

1_Los tres Mundos: en Sánscrito Trailokyao Triloka. En Japonés Sangai.
a) Yokkai –Kamadhatu- ; contiene los seis cielos humanos y las regiones infernales.
b) Shikikai –Rupadhatu- ; contiene el mundo de las formas.
c) Mushikikai –Arupadhatu- ; contiene el mundo del espíritu puro.
En esta entrega del Tengu Geijutsu Ron nos hemos limitado solamente a algunas imágenes que pese a su simplicidad constituyen una ilimitada fuente de reflexión.
La primera de ellas se refiere a la paradoja del movimiento en calma y la quietud en el movimiento, que ya había sido ilustrada anteriormente en la parábola del bote que se desliza rió abajo.
En esta parábola vemos expresada la enseñanza fundamental de la esgrima sobre la que ya hemos insistido tantas veces a riesgo de cansar al lector; se trata de la “sabiduría inmóvil”- Fudochi Shin Myo- cuyo sentido hemos explicado en varios artículos.
Ahora bien, lo que el autor trata de decirnos en esta oportunidad es que en esa quietud- en esa “inmovilidad”- esta contenido el movimiento de la mente. Se trata de un misterio por el cual la concentración permite que los pensamientos fluyan sin detenerse y que durante los ejercicios de esgrima el guerrero pueda continuar sus movimientos sin aferrarse a ninguna posición fija, a ningún punto de atención particular.

Este misterio ha sido expresado con la imagen de la luna en el agua.
Ese estado por el cual la mente, fija en su punto de concentración no se detiene ante ningún pensamiento en especial, ante ninguna obsesión, es explicada por algunos autores con la metáfora de la luna en el torrente. Las aguas que fluyen son los pensamientos que deben fluir continuamente sin ser “detenidos” por ninguna obsesión, ni evitados por ningún medio artificial. El reflejo de la luna es el espejo del Dharma, la luz de la sabiduría que permanece inmutable sobre el movimiento de las aguas.
En este caso, el autor utiliza una variante de esta metáfora para indicar que esta calma en el movimiento es producto del desapego a las cosas de este mundo y que ellas mismas deben ser vistas como accidentes; los grandes misterios ocurren fuera del ámbito del deseo y de la voluntad como producto de una Ley Natural - Karma- La luna se refleja en el agua sin que el agua busque retener su reflejo. La luna se refleja en todas partes a la vez, en un infinito juego de espejos que ella anima como reflejo del sol. No hay voluntad detrás de un milagro, sino mas bien un accidente significativo; un signo. Es a través de estos signos como el camino puede ser comprendido.
Otra imagen que el autor nos ofrece es la del jinete que galopa en su caballo sin inmutarse. Para galopar en un caballo sin sobresaltos hay que relajarse y seguir el ritmo del animal, guiarlo sin contrariar su instinto, estimularlo sin herirlo y formar finalmente una unidad con el. Es evidente que esta imagen del caballo y el jinete representa a la búsqueda de la armonía entre el cuerpo y la mente.
En occidente la tradición Judeo-Cristiana ha insistido siempre en una división entre el cuerpo y el alma. El dualismo moral producido por esta cultura del pecado es la fuente de buena parte de las neurosis de nuestra civilización. Al oponer el cuerpo y la mente, reprimir el instinto y neutralizar las conductas biológicas en las que se basa la supervivencia de la especie nuestra cultura ha pretendido lograr una superioridad con respecto a los “salvajes”; es decir, el resto de los pueblos del mundo que han mantenido sistemas religiosos que no se oponen al instinto, sino que mas bien buscan dirigirlos hacia fines sociales mas útiles.
La metáfora del caballo y el jinete se refiere pues a la búsqueda de una unidad superior entre la mente y el cuerpo. En la práctica de la esgrima esta unidad es definida como Ki-Ken-Tai; la armonía del espíritu, el sable y la mente.
Uno de los tengu pregunto: ¿“Tengo muchos hijos; aunque son jóvenes podrían practicar el arte de la esgrima”?
El otro respondió: “En la antigüedad tenían que irrigar y barrer, contestar y responder, practicaron las Seis Artes y mas tarde comenzaron a entrenar sus corazones. Aun los Sabios de la escuela de Confucio eran maestros de las Seis Artes y muchos de ellos habían aprendido las enseñanzas del camino. Pero aquel que es aun demasiado joven como para penetrar en el Principio, no podrá colocar su conocimiento sobre la tierra; por lo tanto, debe obedecer las ordenes del maestro y siguiendo el entrenamiento mas apropiado dedicarse al estudio de la técnica, practicar el movimiento de las manos y los pies, fortalecer su cuerpo, disciplinar su Fuerza Vital y educar su Corazón penetrando de esta manera en sus Secretos.
Esta es la forma en la que se debe proceder. !No se debe usar un árbol joven como punto de apoyo, por el contrario hay que darle un soporte para que se afirme y cuidarse de que no se tuerza! Hay que tratar- desde la más temprana edad- de que su voluntad no se incline hacia lo incorrecto. Si su voluntad no esta torcida hacia el lado erróneo no actuara nunca mal; ni siquiera en sus juegos. Si el corazón no vive en el error nunca se dañará lo que es recto. Y sin embargo, son tan poco los hombres que cumplen su deber entre el cielo y la tierra. Cuando los hombres hacen el mal actuando incorrectamente, están violando su propia naturaleza.
El corazón humano no es malo originalmente, solo se vuelve dañino cuando el hombre se sirve de medios incorrectos para su propio beneficio.
Al actuar de esta manera, los olores del mal lo penetran; sin darse cuenta comienza a apestar, dañando su propia naturaleza y volviéndose esclavo del mal.
Las raíces del mal son las pasiones humanas. Como el hombre ordinario solo dirige su corazón hacia lo que le da algún beneficio, no se da cuenta de que muchas veces lo que le da utilidad es incorrecto y no comprende que muchas que no le dan beneficio son correctas. Ni siquiera sabe distinguir entre el bien y el mal. ¿Como podría reconocer lo que deriva de ellos?
Por esa misma razón, el conocimiento suprime el movimiento arbitrario de los impulsos humanos y así, por medio de esta maravillosa sabiduría uno reconoce el divino principio en el corazón, examina lo que deriva del bien y el mal, expulsa lo incorrecto de su Corazón Errante y ya no inflinge ningún daño a su ser innato original.
No es nada más que esto, ni el ascenso a los cielos, ni el descenso a la tierra.
Ahora bien, si lo incorrecto es evitado solo a medias el principio divino aparecerá parcialmente, solo si el mal es erradicado en una gran medida el principio será descubierto.
Lo mismo ocurre en la esgrima. En el comienzo de sus estudios el aprendiz no puede contemplar sus variados pensamientos; se comporta más bien espontáneamente y poco a poco aprende la técnica hasta que la suavidad y la naturalidad prevalecen sobre su rudeza primitiva.
Si una persona considera que la técnica no es necesaria que se trata de una tontería, de algo ineficaz, entonces nunca podrá entender los fundamentos y alcanzar sus objetivos; ni siquiera en una etapa avanzada de su vida.
Oto pregunto: “Que significa ser inmóvil en el movimiento y no permanecer quieto en la calma” El Tengu contesto: El hombre es una criatura de movimiento y le es imposible no moverse.
Ocupado en sus actividades cotidianas, no debe permitir que su corazón se inquiete, debe permanecer balanceado y calmo, libre de deseos que le hagan depender de su yo.
En términos de la esgrima esto significa, que si un hombre es confrontado a su fuerza enemiga superior; aun cuando dispersa sus cortes a diestra y siniestra su espíritu permanecerá completamente inmutable en lo que respecta a la vida y la muerte, indiferente ante la superioridad numérica del enemigo. ¿Nunca has visto a alguien montar un caballo? Aunque el caballo galope hacia el este y el oeste, el corazón del buen jinete permanecerá calmo y balanceado; su cuerpo firme e inmóvil.
Para el observador, el caballo y el jinete permanecerán hechos de una sola pieza. Como el jinete solo guía los instintos del caballo, nunca viola su naturaleza ni el del animal, puede estar en armonía con el hombre. Sin que se lo fuerce corre por su propio impulso, el caballo se olvida del jinete y el jinete del caballo; forman una unidad espiritual; ya no son mas dos entidades diferentes.
Se podría decir que ya no hay un caballo bajo la montura ni un jinete sobre ella. Esta es una buena imagen para comprender lo que significa, inmutable en el movimiento.
Pero un jinete que no conoce el arte de cabalgar violara la naturaleza del caballo y no podrá alcanzar la inmutabilidad.
Puesto que el caballo y el jinete están continuamente separados y en conflicto, la cabeza y las piernas del jinete chocan contra el paso del caballo y el corazón se perturba.
Por su parte, el caballo tira de las riendas y se pone mañoso. En un libro sobre los caballos figura el siguiente poema compuesto por un caballo:
Al principio me pegaba con un látigo, pero cuando yo quería avanzar me retenía y se aferraba a las riendas impidiéndome dar un solo paso. En este poema el autor se ha puesto en el lugar de un caballo y ha expresado sus sentimientos. Sin embargo, lo que se dice aquí no se limita al trato con los caballos.
Las personas también deben tener un corazón balanceado en las relaciones con los hombres. Si una persona viola la naturaleza de las cosas y siempre hace prevalecer su inteligencia limitada, entonces su yo se vera perturbado permanentemente creando desazón entre los demás. Ahora bien, que significa la expresión: “no permanecer quieto en la calma” Cuando una persona no siente felicidad ni odio, ni tristeza ni alegría, entonces su corazón esta completamente vació y nada lo perturba; se adapta a las cosas a través de su estado de completa inmutabilidad y ausencia de deseos dominándolo todo.
En esta condición mental nada puede interponerse entre sus objetivos. La identidad del corazón radica en estar en calma y sus funciones se basan en el movimiento y la justicia.
Su esencia esta en lo inmutable que es el principio de todo, la claridad.
La esencia y la función tiene una sola fuente; esto es lo que se interpreta por ser inmutable en el movimiento y no permanecer quieto en la calma.
En términos de esgrima esto significa: Un hombre confronta a su enemigo con su lanza y su sable en la mano. Si este acto es imparcial, desprovisto de odio o de miedo, sin dudar entre esto o aquello y ajustándose a este estado mental enfrenta al oponente que se acerca, sus reacciones serán naturalmente adecuadas. Aunque la forma se mueva, el corazón no pierde su esencia, que es inmutable, y aunque el hombre este en calma, la función del corazón, que es el movimiento, no se vera interferida.
Esta persona es como un espejo porque es inmutable -sin nubes (2)-; cuando se ve expuesto a los fenómenos de este mundo los refleja, se confronta con ellos y les devuelve su verdadera imagen.
Al mismo tiempo, cuando ya han pasado por su mente no retiene su recuerdo, no se aferra a su imagen. Es igual al reflejo de la luna en el agua.
La claridad del corazón es de esta misma naturaleza; en tiempos de inquietud el hombre ordinario es arrasado por el movimiento y se pierde a si mismo; en tiempos de calma se vuelve flojo y vacío. Que significado tiene la imagen conocida como: “La luna en el Agua”.
“Aunque cada escuela lo interpreta de una manera diferente, se trata de una comparación de las reacciones naturales y espontáneas con las reflexiones de la luna en el agua. Hay un poema del emperador sobre el puente de Hirosawa que dice:
“La luna se refleja sin saberlo sobre aguas que no la retienen en el puente de Hirosawa” (3)
Se puede entender a través del ejemplo de este poema imperial, que significa reaccionar espontáneamente y naturalmente. Es exactamente lo mismo con la luna llena. Se trata de una sola esfera en los cielos y sin embargo cada masa de agua refleja una luna sobre la superficie. La luna no divide su luz y la presta a los distintos cuerpos del agua. Si no hay agua tampoco hay reflejos. Y sin embargo, no es verdad que la luna solo adquiera la capacidad de ser reflejada a través de la presencia del agua.
Para la luna no hay ninguna ventaja, ningún prejuicio en ser o no reflejada en todas las aguas simultáneamente, o en no serlo en absoluto. Tampoco le interesa las dimensiones del agua que la refleja. De la misma manera se puede comprender la maravillosa actividad del Corazón. En esta imagen, la claridad o lo turbio del agua no es revelante, lo esencial es que la luna posee forma y color mientras el corazón no. Tomamos el ejemplo de la luna que puede ser fácilmente reconocida y la usamos como la imagen de algo que no posee forma ni color. Es evidente que esto es valido para todas las imágenes. De todas maneras, en la búsqueda del sentido de esta imagen, no hay que tomar las cosas literalmente”.

NOTAS

(1) Confucio Analectas “Lun Yu” Capitulo VII

(2) Hay que recordar aquí que el signo Mu - Shin representa originalmente un cielo limpio, sin nubes. La traducción habitual que utilizan la mayoría de los autores es “vacío” pero en realidad esta palabra no transmite los múltiples significados originales.

(3) Un estanque en el distrito de Saga, en la ciudad de Kyoto, famoso por su belleza y un lugar muy concurrido para los habituales paseos en los que la gente de la ciudad se entrega a la contemplación de la Luna.

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